En uno de mis viajes a Polonia me di cuenta de que es posible ver el sol en ese precioso país, aunque tengas que cruzar los dedos de las manos y los pies durante días. En este momento en el que el sol bañaba la habitación en la que me encontraba me di cuenta de que era demasiado temprano para levantarse, y que no encontraba la persiana por ningún lado. En efecto, no había persiana.
Esta situación me resultó curiosa y me puse a investigar, y es que España es un país en el que las persianas forman parte de una necesidad de ocultar nuestras casas. Somos el país europeo con más horas de sol al año, y curiosamente nuestra sociedad es de las que está más tiempo dentro de casa.
Esto es algo bastante interesante, pues supuestamente contra más horas de sol haya menos tiempo se pasa en casa. A no ser que estés en plena ola de calor en Andalucía, ya que entonces te verás abocado a quedarte en casa o en un centro comercial hasta que llega la tarde y el calor baja. Pero la cuestión no es que estamos en casa en verano, sino que estamos en casa en invierno.
Vamos a remontarnos al origen del uso de las persianas que data del siglo VII en pleno califato árabe. Esta huella andalusí del siglo VIII contrasta aún hoy con la idea calvinista de los países protestantes del centro de Europa de abrir las casas para demostrar la honestidad de sus huéspedes y no tener miedo a enseñar si eres pobre o rico.
Lo cierto es que a pesar de nuestro carácter abierto tendemos a ser muy reservados en nuestra intimidad, y no nos gusta que los extraños miren dentro de nuestras viviendas. Esto es algo que personalmente me parece lógico, pues he crecido en esta sociedad, pero que no lo es tanto para los centroeuropeos.
Cubrirnos del sol es una necesidad
También hay que tener en cuenta que España ha sido un país muy católico durante gran parte del siglo XX y esto implica que para hacer cosas moralmente incorrectas hemos tenido que cubrirnos de miradas ajenas. Y aquí no hay nada mejor que una persiana para impedir que nadie sepa que se está haciendo en casa.
Cuando hablamos de pisos estamos acostumbrados a las persianas, pero si nos encontramos en otras viviendas unifamiliares la cosa cambia. En las casas con terreno se necesitan otros elementos para impedir que los ajenos puedan traspasar nuestras propiedades con sus miradas. Lo que resulta totalmente lógico debido a que las viviendas unifamiliares suelen atraer a ladrones debido a que se tiende a pensar que hay más elementos de valor que en las casas normales.
Aquí entra en juego los toldos, que además de complementarse con las persianas para impedir la entrada de luz a las habitaciones impiden la visión hacia dentro. Además, hay diferentes tipos de toldos que se pueden instalar en exteriores para cubrir amplias zonas. Toldos Clot, una empresa familiar de toldos en Barcelona con 25 años de experiencia cuidando de la calidad de sus productos y servicios, instaló en mi chalet un gran toldo para cubrir la zona de la terraza, y todo sea dicho lo utilizamos tanto en verano como en invierno para cuidar nuestra privacidad.
Con todo esto, tenemos que a pesar de que los españoles no nos gusta ser vistos, muchas personas eligen el exhibicionismo como forma de vida, y no solo en España. Hay hoteles en las grandes ciudades como Nueva York, en las que el espacio entre edificios es tan pequeño, que puedes ver con facilidad que es lo que está pasando en el balcón de enfrente.
Esto es un aliciente para muchas parejas, pues hay gente a la que le gusta ser visto en la privacidad de su hogar, y no podemos reprochar nada porque para gustos los colores. Esto puede ser un buen motivo para dejar las persianas abiertas y cumplir con esa tradición centroeuropea que apuesta por tener las casas lo más visibles posibles para que no se desconfíe de lo que hay dentro de las casas. Aunque mejor no quitarlas, porque nunca se sabe cuando puede haber demasiado sol que nos impida descansar a gusto.