Un disfraz para acabar con la rutina sexual

Nurse Giving A Shot

La rutina es la enemiga de la vida sexual sana. Como en el resto de la existencia, un toque de picante de vez en cuando adereza y aporta el sabor perdido por culpa de la rutina cotidiana. Entre las sábanas, una de las opciones favoritas y más asequibles para recuperar la energía sexual es el de los juegos de rol. Y es que la pareja no tiene más que poner en común las fantasías que albergan en sus deseos más profundos y acudir a tiendas de disfraces adultos online como Megumi fiestas para poder darlas rienda suelta.

Además de suponer un elemento estimulante frente al aburrimiento del día a día, los juegos de rol y de disfraces en la pareja también contribuyen a aumentar su grado de intimidad, puesto que en el proceso se exponen y comparten deseos y pensamientos hasta ahora reprimidos, de la misma manera que surgen nuevos puntos de excitación en común, emociones renovadas y una recuperación activa de los días de seducción y éxtasis que forjaron por primera vez el amor entre ambos. Al contrario que los encuentros sexuales, por lo general dependientes “del calor del momento”, en los juegos de rol gobierna la preparación, la espera y el deseo. El juego en sí depende de la asunción de un papel determinado por parte de cada uno de los participantes, la adopción de la personalidad escogida para el lance y, como decíamos al principio, la caracterización mediante un buen disfraz, una serie de complementos de sugerencia erótica y el atrezzo adecuado. Es habitual que uno posea un rol de mayor dominación y el otro de mayor sumisión, sin que esto tenga por qué llegar a ningún extremo estrictamente definido como, por otro lado, ocurre con el sadomasoquismo. En cualquier caso, teniendo en cuenta esta distribución de poderes, conviene fijar unas reglas preestablecidas que permitan desarrollar el juego con fluidez y para placer de los dos, sin crear situaciones incómodas que rompan con la imprescindible atmósfera de complicidad y sensualidad que requiere esta práctica. Hay quien, en ciertos casos, emplea palabras clave o de seguridad para marcar los límites y las zonas rojas que no se deben traspasar, sin que dependa de la emoción del instante, más difícil de controlar. Es decir, que, en conclusión, todo este juego se trata de un acuerdo para encontrar vías de excitación compartidas. Esto significa que la confianza mutua, el equilibrio, la relajación y, en definitiva, el placer, debe estar repartido a partes iguales. Porque cuando solo se divierte uno de los dos…

Bien, una vez dejado claro este aspecto, cabe pasar a citar los roles que, habitualmente, excitan a cada sexo. Por supuesto, no estamos ante una ciencia exacta, de ahí que las aclaraciones explícitas y consensuadas previas sean, repetimos, una parte esencial de la preparación. A no ser que se conozca al dedillo y sin género de dudas las inquietudes de nuestra media naranja y se decida sorprenderla de improviso, asumiendo personalmente el riesgo de la acción. Como uno puede colegir del éxito de la saga de novelas y películas de Cincuenta sombras de Grey, la figura del macho alfa dominante conserva todavía hoy una posición privilegiada en las fantasías sexuales de las mujeres. Si bien uno puede ir a buscar a la tintorería su mejor traje de yuppi apijotado y vaciar el tarro de la gomina para emular al bueno de Christian Grey, también tiene la opción de evitar provocar decepciones irreparables en su pareja, fanática acérrima de la prosa de E.L. James, y decantarse por otros modelos con idénticas implicaciones de poder y menos aventurados. Aquí es donde aparecen los tradicionales disfraces de militares, bomberos, pilotos de avión, etcétera. Según la mitología popular y la líbido femenina, tipos viriles, uniformados y capaces de cargar sobre sus anchas espaldas el peso de salvar el mundo. Los príncipes azules de la sociedad contemporánea, en resumen. Gente con poder que, asimismo, cumplen la función de delicados y románticos salvadores. Todo ímpetu sexual, además. Mojabragas de postín.

Para los hombres, que como es bien sabido suelen ser más fáciles de satisfacer, los roles oscilan desde símbolos de autoridad hasta imágenes de la inocencia (a punto de corromperse, claro). Un amplio abanico de opciones que pasan desde la agente de policía encargada de esposarlo a la cama para multarle en carne o la maestra que debe dar una buena reprimenda a un niño malo, hasta tímidas colegialas que tratan de averiguar lo que es la vida en brazos de un mozo experimentado y salaz, pasando por las misteriosas y seductoras geishas del lejano oriente o la insinuante secretaria bajo su mando que, detrás de unas morbosas gafas, arde en deseos por su superior.