Cuando el diagnóstico es dispraxia, ¿qué significa?

La dispraxia, también conocida como trastorno de desarrollo de la coordinación (TDC), es un trastorno del neurodesarrollo que se diagnostica por lo general durante la infancia y que dificulta el desarrollo de las habilidades motoras y de la coordinación, por lo que los niños/as que la sufren muestran una gran dificultad a la hora de realizar actividades y movimientos coordinados, ya sean gestos o acciones simples como peinarse, atarse los cordones o diferentes movimientos seguidos, pudiendo afectar a las habilidades orales, verbales o motoras, dependiendo de qué parte del organismo presente la dificultad.

Aunque sus síntomas pueden variar, los más comunes son:

  • Problemas para succionar o deglutir durante el primer año de vida.
  • Retrasos en el desarrollo para sentarse, gatear, darse la vuelta, caminar…
  • Problemas con la coordinación motora, por ejemplo, dificultades para arrojar una pelota, saltar, correr, subir o bajar escaleras, etc.
  • Dificultades para sostener y utilizar los cubiertos, los lápices, las tijeras…
  • Sensación de torpeza, tropieza con sus propios pies, camina inestable, empuja accidentalmente a otras personas…
  • Dificultades a la hora del aseo personal como vestirse, peinarse, cepillarse los dientes, atar los cordones de los zapatos, dejan caer objetos que están sosteniendo con las manos…

Se estima que alrededor de un 6 % de la población tiene este problema, que es más común en los varones que en las mujeres, así como entre las personas que presentan una predisposición genética o antecedentes hereditarios, haber nacido prematuramente o con bajo peso, consumo de alcohol o drogas por la madre durante el embarazo o estar provocado por lesiones, enfermedades y traumatismos sufridos durante la infancia, e incluso puede haber adultos que padecen este trastorno sin saberlo.

La dispraxia no afecta al nivel de inteligencia de un niño, pero sí es una condición de por vida que a día de hoy no tiene un tratamiento curativo, si bien es posible emplear diferentes estrategias para mejorar la adaptación e integración de las personas afectadas a la vida diaria y enseñarles a realizar diferentes tareas. Por ello, dependiendo del grado de severidad del trastorno, su tratamiento puede ser multidisciplinar, teniendo en cuenta tanto el aspecto clínico como el psicoeducativo. Los profesionales que pueden ayudar en la mejora de la dispraxia son:

  • Terapeutas ocupacionales. Con el fin de estimular al paciente y contribuir a desarrollar su capacidad de movimiento.
  • Para estimular y coordinar los músculos y movimientos de la boca y lengua producir sonidos y palabras, a la vez que educa al menor para que emita sus palabras correctamente.
  • Su faceta es importante para trabajar el tono muscular y equilibrio del paciente para lograr su mejoría en la coordinación de movimientos, como importante también es la realización de actividades físicas que estimulen la coordinación motora, la agilidad física, la visión espacial o el movimiento continuo, como puede ser el fútbol. Es por ello por lo que, si esta dolencia os afecta de cerca y sufrís los problemas derivados del gasto en médicos, nosotros os recomendamos que acudáis a la tienda online de Marian’s Sport para adquirir los mejores productos deportivos a los precios más competitivos.
  • Psicólogos. Para tratar de encaminar y fomentar la autoestima del paciente que pudiera estar disminuida por la percepción de sus dificultades, así como la mejora de problemas comunicativos, comportamientos inmaduros y entrenamiento de las habilidades sociales frente a su entorno. Estos profesionales pueden ser de una gran ayuda tanto para el paciente como para sus familiares al ayudar a comprender, manejar y superar las dificultades que se les presentan.

¿Qué diferencia hay entre la dispraxia y la apraxia?

A veces puede resultar confuso para una persona no conocedora de la materia diferenciar dos trastornos neurológicos muy similares, la dispraxia y la apraxia. Como dijimos anteriormente la dispraxia es un trastorno congénito, es decir se nace con ella, mientras que la apraxia es un trastorno adquirido, es decir en el desarrollo se ha producido una pérdida de la capacidad de realizar movimientos coordinados motores con un carácter voluntario. Entre las causas por las que puede ser producida se pueden encontrar un tumor cerebral, un accidente cerebrovascular, una lesión en el sistema nervioso, demencia, traumatismo craneoencefálico, enfermedad neurodegenerativa, etc., por lo que el paciente mantiene la capacidad de comprender el movimiento que se le pide que haga y está dispuesto a realizarlo, pero presenta un cese o una elevada dificultad para realizar movimientos que le exijan una secuencia y coordinación, por lo que realmente es consciente de su deficiencia y problemática.

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